No la quiero. No quiero la inmortalidad. No quiero vivir para siempre. No de forma literal.
La vida trata de ir perdiendo cosas: oportunidades, personas, ovejas, cosas, momentos... Al final es un cúmulo que no puedes recuperar. Aún así es algo que hay que vivir, que no lo cambiaría por nada.Y aún así hay algo que no podemos negar. Si has perdido algo, es porque lo has tenido. Así que sin duda, ha merecido la pena, ¿o no? Pero no quiero eso para siempre.
Porque las palabras para siempre, tampoco me las creo. Ya hablé en su momento de mi relación con las palabras, mi poca inclinación a relativizarlas.
Y sin embargo, sí he querido una clase de inmortalidad. Cuando era pequeña lo que quería era que tuvieran que estudiarme. Hoy se ha convertido en un ser relevante en mi campo. Aunque parece que ahora tengo más de uno. Imagino que se trata de trascender.
Así que inmortalidad no, trascendencia sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario